Bubba Watson, vencedor del Masters de Augusta

De nuevo un zurdo se ha hecho con la chaqueta verde del Masters de Augusta. Algunos pronósticos daban como principal candidato al título a Mickelson con 3 Augustas en su haber, y más después de su actuación del viernes, y no iban mal encaminados. Bubba Watson, el «otro zurdo», se enfundaba la chaqueta verde tras una final de infarto con el sudafricano Louis Oosthuizen, fnal que no se resolvería hasta un segundo hoyo en el play off. Parece que el Masters de Augusta presenta una cadencia de victorias entre zurdos y sudafricanos en las tres últimas ediciones; Watsonn en 2012,el sudafricano Schwartzel en 2011, Phil Mickelson en 2010. Y no olvidemos a Immelman, de Sudáfrica, en 2008.

Volviendo a la final de la edición de 2012, fue una batalla y una victoria épica. Escapando de su costumbre de jugar con colores llamativos, para llamativo ya tiene su drive rosa, ha jugado todo el Masters de color blanco, como queriendo no llamar la atención nada más que por su juego. Y así ha sido.

Phil Mickelson. photo: Scott k Brown / Augusta National
El inicio de la jornada final de Augusta parecía que daría un cuarto título a Mickelson, que comenzaba desde el hoyo 1 con buen pié, y confirmando los presagios de los que apostaban por una nueva victoria del californiano. Pero la atención se centraría en la pareja Oosthuizen/Watson desde el hoyo 2. El sudafricano golpeaba con un hierro 4 desde el centro de la calle del Augusta National para conseguir algo inaudito en este hoyo, un albatros, que es el segundo en la historia del Masters, desde que lo consiguiera Gene Sarazen el 1935 en el hoyo 15. Era lógico que la atención se centrara en ellos, y que la idea de que Mickelson sería el ganador se fuera diluyendo, ya que el sudafricano se ponía líder con diez bajo par, a dos puntos de ventaja de Mickelson.
El tres veces ganador del torneo llegaba al que desde ayer será su hoyo maldito. El hoyo 4 del Augusta National, La bola salió a la izquierda, alcanzando la grada, rebotando y cayendo a unos arbustos. Phil podía haber dropado, pero optó por intentarlo. Y lo pagó caro. 2 golpes para salir de la zona y otro más para salir del bunker. Triple bogey, que lo alejaba aún más del título. Pero lejos de rendirse, pareció que el hoyo 4 espoleó al californiano, que no se rindió y firmó birdie en el 8, el 13 y el 15, pero no fue suficiente, llegando a dos golpes de distancia del líder en el hoyo 18.
Otros jugadores también entraban en el juego. Padraig Harrington podía haberse hecho con el trofeo si hubiera sido más preciso con los putts. Lo mismo que le ha ocurrido a Lee Westwood, otro favorito a comienzos del fin de semana. Portentoso en el juego largo, impreciso en el corto.
Y las victorias se obtienen en el green.
Bubba Watson. Photo: Scott k Brown / Augusta National
Oosthuizen y Watson llegaban sabiendo que el Augusta se decidiría en un play off entre ambos contendientes. Concentrados, volvían a saludarse en el hoyo 18, donde iniciaban el duelo a muerte por el major. Bubba Watson golpeaba primero mostrando tal convencimiento de victoria que podría intimidar a cualquier rival. Oosthuizen, lejos de achicarse, presentaba batalla y demostraba estar preparado para la presión. Estaba más que claro que ninguno daría su brazo a torcer. Empate en el primer hoyo del play off y se dirigían al tee del 10.
Watson, enviaba su bola a la derecha, cayendo al rough y con árboles cubriendo el camino al hoyo. Parecía que todo estaba decicido. La salida obvia era aproximarse al hoyo, salvar el par y esperar a que el sudafricano fallara. Pero Bubba es un jugador osado, que ve la jugada donde otros solo ven ramas y fallos. Aferró con sus manos el sand wedge y dio un golpe magistral que colocó la bola a escasos metros de la bandera. El público no podía creerlo. Oosthuizen tampoco. Quizás el único que tenía confianza en ese golpe era el propio Bubba. El sudafricano, desconcertado quizás por el talento de su oponente, o abrumado por la presión, erró el approach y fallaba el par. Las lágrimas de la victoria afloraron en Watson, que miraba al cielo brindándole la victoria a su padre, recientemente fallecido de cáncer y abrazando fuertemente en el green a su madre.
Más tarde, más sereno y con la chaqueta verde en su haber, declaraba:“Estoy acostumbrado a fallar calles. Estoy acostumbrado a jugar desde los árboles, al rough. Hace que me concentre”.

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