PGA Championship. Oak Hill no es tan fiero como se preveía

Llevábamos días escuchando que Oak Hill sería una trampa infernal para los jugadores del PGA Championship. Greenes más rápidos, algo propio de los recorridos norteamericanos y un rough severo ante los errores eran, además del propio dibujo del recorrido junto a bunkers y otros obstáculos eran los enemigos a batir antes de que lloviera en Rochester.
Un poco de agua aplacaba todas las defensas del Oak Hill. Los greenes mojados ralentizaban la bola y permitía jugar sin riesgo a pasarse. El temido rough no presentaba inconvenientes a los jugadores que se habían desviado en la trayectoria hacia la bandera y daban opción a volver a jugar con una mínima dificultad.
Y entonces, aparecieron los birdies en las tarjetas de los jugadores que días antes pensaban que Oak Hill sería un auténtico martirio.

El campo en estas condiciones igualó las condiciones de algunos jugadores. Un ejemplo claro es el de Jim Furyk, dispuesto a repetir victoria en un major y que no tiene bastante con el US Open de 2003.
Furyk es un jugador con mucha experiencia, un swing muy peculiar y de gran precisión, pero no con una gran pegada como puede ser Zach Johnson u otro bombardero del circuito. Su bola con menos giro aterrizaba en el green sin peligrar en convertirse en una esfera incontralada corriendo por encima de la alfombra verde. Seis birdies en sus 18 hoyos, desarmaban Oak Hill y reflejaban -5 en su tarjeta, una puntuación que le vale el liderazgo en la primera jornada del PGA.
Junto a él, el australiano Adam Scott, ganador del Master Augusta de 2013, y que está dispuesto a repetir la hazaña de Padraig Harrington en 2008, ganar dos grandes en la misma temporada.
Scott ha presentado en la primera jornada del PGA Championship un juego fuerte y sin perjuicios o miedos. Con una salida desde el tee como firma propia de su estilo, se plantaba en las calles desde donde atacaba a la bandera con sus hierros con firmeza, sin dudar. Un ejemplo claro, los cinco birdies consecutivos desde el hoyo 4 al hoyo 8.
La misma lluvia que había ayudado a superar las dificultades de Oak Hill, hacía acto de presencia para cortar tales rachas de excelente juego, y hacer pensar durante una hora y diez minutos a los jugadores que estaban equivocando estrategia.

Miguel Angel Jiménez y Rafael Cabrera-Bello superaban también al campo firmando sendas tarjetas de 68 golpes, situándose a tres golpes de los líderes. Cabrera-Bello se desenvolvía a la perfección del tee al green y no sufría en demasía con el putt. Además, el gran canario superaba con nota el hoyo 18, donde jugadores como Woods, Mickelson y otros grandes sufrían severos reveses.
Jiménez comenzaba con la mejor media vuelta del día con seis birdies, un bogey y un doble bogey. A partir del hoyo 10, Jiménez aumentó la intensidad del ataque al green, pero el putt se convertía en su talón de Aquiles. Y luego llegó el 17, donde el malagueño firmaría un doble bogey por culpa de un error en el rough.

Foto: Montana Pritchard/PGA of America

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