LIV Golf frente al establishment por Jacobo Cestino

Peter Dawson y Jacobo Cestino
Los hechos

LIV Golf, –54 golf-, si convertimos en árabes los números romanos de su título, es un circuito de golf profesional de nueva creación financiado por el Fondo Soberano de arabia saudita. El anuncio de las condiciones para la fundación de un tour de golf competitivo que rivalizara con el PGA Tour se hizo público en 2019 con el anuncio de una liga que en principio se conocería como Premier Golf League. En aquellos momentos el PGA Tour respondió con una declaración que hacía suponer que los golfistas que decidieran jugar en una nueva liga ya no serían elegibles para jugar en los eventos del PGA Tour. La Premier Golf League mantuvo conversaciones con inversores saudíes para financiar este circuito, pero finalmente Golf Saudí constituyó una entidad en 2020 cuyos planes eran establecer una liga profesional mundial. Esta entidad se lanzó formalmente en octubre de 2021 como LIV Golf Investments, y nombró a Greg Norman como su CEO.

En junio de 2022, se confirmó que LIV Golf evolucionaría a formato de liga en 2023, con un calendario de 14 eventos y 48 jugadores contratados. A la fecha de este artículo, y para 2022, hay previstos 8 eventos, de los que la LIV Golf Invitational Series ha celebrado ya dos eventos, el primero el 9 de junio en el Centurion Club, Londres, y el segundo en Pumpkin Ridge, Portland, el pasado 30 de junio.

El formato elegido para los eventos es de competiciones de 54 hoyos, salidas “shot gun”, sin corte, y clasificaciones individuales y por equipos de cuatro jugadores que se celebran simultáneamente.

Cincuenta y cinco jugadores profesionales y dos golfistas aficionados se han unido a LIV golf hasta la fecha. Entre ellos, los norteamericanos Dustin Johnson, Brooks Koepka, Bryson Dechambeau, Patrick Reed y Phil Mickelson serían, no sólo los más conocidos para el gran público, sino probablemente los que atesoran mayores ganancias y exenciones futuras en el PGA Tour. A la vez que, de los europeos, Sergio García, Lee Westwood, Ian Poulter, Paul Casey, Martin Kaymer y Pablo Larrazábal estarían en las mismas condiciones en el DP World Tour.

Mientras son conocidos los cuantiosos premios en metálico que se reparten en cada uno de los eventos, existe mucha controversia sobre los fijos “up-front” que se han pagado a todos los jugadores por unirse a LIV Golf, así como los años de contrato que obligan a cada uno de ellos. Por poner sólo dos ejemplos de esto; según una fuente desconocida, a Dustin Johnson, se le habrían pagado 150 millones de dólares. Es importante recordar que Johnson ha sido miembro del PGA Tour desde 2008, con 24 victorias y más de 74 millones de dólares en ganancias. Por otro lado, se ha escrito que Phil Mickelson habría firmado con LIV Golf por 200 millones de dólares.

Según LIV Golf, su misión es modernizar y potenciar el juego de golf profesional a través de mayores oportunidades tanto para los jugadores como para los aficionados.

Cuatro grandes debates se han suscitado en el mundo del golf, que no exentos de polémica están moviendo las sólidas estructuras, no sólo de los dos grandes circuitos profesionales del mundo -PGA Tour y DP World Tour-, sino también de la USGA, el R&A y las PGA’s. americana y europea.

Permítanme darles mi opinión sobre cada una de ellas:

La ética y la moral sobre la financiación del circuito. 
Mucho se ha escrito y aún más se ha preguntado a Greg Norman y a los jugadores que se han unido a LIV Golf sobre si participar en un circuito financiado por el fondo soberano de Arabia Saudita no supone cruzar límites morales y éticos atendiendo al respeto de los derechos humanos por parte del régimen saudí, a las conexiones con los atentados del 11-S y más en concreto respecto al atroz asesinato de Jamal Kashoggi, periodista saudí del Washington Post. Más allá de las desafortunadas declaraciones de Greg Norman y de Phil Mickelson (luego rectificadas), todas las manifestaciones que he podido leer de los jugadores profesionales han sido unánimes respecto a la condena de dichos hechos. No obstante, creo que no podemos olvidar otros datos también importantes para entender la hipocresía generalizada que ha presidido este asunto.

Es bueno recordar que Arabia Saudita es hoy en día el principal cliente de la industria armamentística estadounidense, y que el Fondo Soberano de Arabia Saudita tiene participaciones del 38 % en Posco Engineering & Construction Co., del 5 % en Uber, del 5 % en las empresas de video juegos Capcom y Nexon, y que en 2020 compró participaciones minoritarias en las principales empresas estadounidenses, incluidas Boeing, Facebook, Citigroup, Bank of America, Berkshire Hathaway, así como en la petrolera británica British Petroleum. Algunas de estas compañías han sido o son en la actualidad sponsors del PGA Tour.

Por otro lado, y sin ir más lejos, tanto el PGA Tour como el DP World Tour han celebrado torneos de su calendario regular en la propia Arabia Saudí, Qatar, e incluso China.

Pues bien, no parece que nada de esto haya supuesto la cascada de reproches generalizados de la prensa especializada y de los aficionados en general hacia el PGA Tour, el DP World Tour o la administración americana, que sin embargo si han existido hacia los jugadores que se han unido a LIV Golf.

Sin duda, para reflexionar.

Por tanto, considero que la exigencia de ciertos límites éticos y morales a jugadores individuales de golf es una reclamación excesiva, y ello a tenor de esa otra realidad antes descrita con la que parece que la sociedad en general y la prensa en particular convive sin demasiados conflictos internos.

El monopolio del PGA Tour y del DP World Tour, como mejores circuitos del mundo, en peligro.

Las reacciones de los máximos responsables del PGA Tour y del DP World Tour, Jay Monahan y Keith Pelley respectivamente, a la creación de LIV Golf no dejan lugar ni margen de duda al riesgo que para la exclusiva que ambos circuitos disfrutan sobre el golf profesional de alto nivel representa LIV golf. En ese sentido las primeras medidas anunciadas sobre las eventuales expulsiones de los circuitos, las multas a los jugadores, la creación de nuevos torneos con mayores premios y la co-organización de eventos entre PGA Tour y DP World Tour inician un camino sin aparente retorno al que seguirán larguísimos conflictos judiciales de incierto resultado.

Más recientemente, el Departamento de Justicia de EE. UU. ha abierto una investigación sobre si el PGA Tour está teniendo un comportamiento anticompetitivo durante su batalla con el LIV Golf. La investigación, según los agentes de jugadores que han sido contactados por los funcionarios del Departamento de Justicia, se centra en las acciones del PGA Tour con respecto al Ranking Mundial Oficial de Golf, las advertencias que ha emitido a los jugadores que contemplaban unirse a LIV Golf y las suspensiones impuestas a los jugadores que fueron anunciadas por el comisionado del PGA Tour, Jay Monahan.

En mi opinión, la posición de privilegio que han mantenido el PGA Tour y el DP World Tour podría estar en riesgo, pero no sólo tiene que ver con la aparición de LIV Golf, sino con el inmovilismo que suele presidir las organizaciones que no ven amenazado su “status” debido a su situación dominante. Que el PGA Tour y muy especialmente el DP World Tour necesitan innovar sus estructuras y conceptos es una realidad, y no creo que ésta deba venir a través de una concepción más frívola de los torneos. La competición en sentido estricto, los buenos campos, el “drama” y las estrellas/ídolos que participen en los torneos siempre van a seguir siendo el “driver” que aseguren el éxito de esos circuitos. Generarán formidables audiencias, y el resto vendrá automáticamente de la mano. Todo lo que rodea a la competición sí podría o debería ser objeto de novedades y ocurrencias, pero éstas nunca serán un fin en sí mismo, sino una consecuencia o efecto colateral que circula alrededor del espíritu del golf competitivo, que es lo que lleva atrayendo a las masas más de cien años.

La posición del OWGR y la adjudicación de puntos en los eventos LIV.

Es éste un aspecto esencial para el futuro de LIV Golf más allá de que este circuito pueda representar una serie de torneos de exhibición para jugadores en la recta final de su carrera deportiva. La solicitud por parte de LIV Golf para que los eventos de su calendario puntúen para el Ranking Mundial está ya encima de la mesa de los rectores del OWGR. No creo que vaya a ayudar que tanto Peter Dawson, Secretario y Chief Executive del R&A desde 1999 hasta 2015 como Martin Slumbers, actual Chief Executive del R&A sean parte de la decisión final sobre si LIV golf estará dentro de los “eligible golf tours”.

En cualquier caso, que los torneos de LIV Golf no accedan a los puntos del ranking mundial hará muy difícil que los mejores jugadores en activo que se han enrolado en LIV Golf, así como los jóvenes con proyección en los inicios de sus carreras permanezcan durante mucho más tiempo en este Circuito, salvo claro está, que su única motivación sea el dinero, que por otro lado, no es poca…

Por tanto, la subsistencia de este circuito en su configuración inicial va a depender enormemente de la decisión de OWGR, y de ser ésta negativa, no creo que LIV Golf se plantee renunciar a sus objetivos, pero sí que creo que el circuito resultará más en un Tour de exhibición, que en otra cosa.

En mi opinión, nos encontramos aquí ante el auténtico “deal breaker” de la situación creada.

El dinero como único motor de LIV Golf, la misión de LIV Golf, el formato de los torneos y el futuro del circuito.

La contratación de jugadores a golpe de talonario ha sido quizás el aspecto más llamativo y sin duda el más disruptivo de cuantos han rodeado la llegada de LIV Golf. Este hecho no es en absoluto nuevo en el deporte de alta competición y aún menos lo es en el golf. Ya desde la época de Ben Hogan, e incluso mucho antes, era muy habitual que los mejores jugadores cobraran fijos “up-front” por acudir a determinados torneos de exhibición y también de las temporadas regulares de los diferentes circuitos. Este sistema se ha utilizado en todas las décadas de oro del golf (desde los Nicklaus, Palmer, Player, Trevino, hasta los Seve, Faldo, Norman, Langer, etc. y más recientemente y muy especialmente Tiger, Mickelson, y tantos otros). Lo novedoso de LIV Golf es que los contratos no se firman para torneos determinados sino para calendarios anuales completos y para varias temporadas de una sola vez. Por otro lado, no son patrocinadores diferentes los que pagan a los mejores jugadores para que aparezcan en “su torneo”, sino un único sponsor quien costea a todos los jugadores y para toda la temporada.

De lo que no se ha hablado tanto es de la extraordinaria motivación que tanto los agentes de los jugadores profesionales -ocasionalmente sus padres- como sus propios caddies tienen para que sus “patrones” acepten enrolarse en LIV Golf habida cuenta de los honorarios “once in a lifetime” que este nuevo circuito les representa y que difícilmente podrían encontrar en otros circuitos, y lo que es más importante, garantizado con independencia del rendimiento deportivo futuro.

Es indudable que el deporte de alta competición generador de grandes audiencias y pasiones a nivel mundial está determinado por el dinero, siempre ha sido así, y siempre será así.

Lo que ocurre es que el modelo que ha traído LIV Golf ha roto -económicamente- los moldes hasta hoy conocidos, y eso no suele generar afinidad en el “establishment”.

De entre las declaraciones más relevantes sobre este aspecto destacaría especialmente dos, por un lado, la de Tiger Woods antes del comienzo del 150th Open Championship en Saint Andrews: “But what these players are doing for guaranteed money, what is the incentive to practice? What is the incentive to go out there and earn it in the dirt? You’re just getting paid a lot of money up front and playing a few events and playing 54 holes.”, y por otro la de Martin Slumbers, R&A Chief también durante su rueda de prensa previa al comienzo del Open: «I believe the model we have seen is not in the best interest of the sport as a whole and is entirely driven by money».

Estoy muy de acuerdo con ambas afirmaciones, creo que el formato de los torneos no es atractivo, y por tanto no conseguirá los objetivos perseguidos.

Jugar a 54 hoyos y salir al mismo tiempo no es algo nuevo. Competir individualmente y por equipos de forma simultánea quizás sí, pero no veo como esto podría modernizar el golf y potenciar el crecimiento de nuevos jugadores.

Por otro lado, y como ya he escrito en otras ocasiones, las actividades lúdicas que se organizan alrededor de los torneos tampoco son novedosas, cualquiera que haya asistido a un “Major” o una “Ryder Cup” hace 30 o 40 años ya tenía la oportunidad de comprobar todo lo que se movía alrededor del torneo para los visitantes. Por tanto, no es en mi opinión por ahí por donde deben orientarse los esfuerzos para potenciar el golf.

Como tantas veces he dicho, lo que no va a fallar en la promoción del golf y su crecimiento es la generación de ídolos, que compitan entre ellos regularmente, y que hagan cosas dentro de un campo de golf inalcanzables para el resto de los mortales.

Creo finalmente, tal y como ha afirmado Rory Mc Ilroy, que las partes deben sentarse a hablar y llegar a acuerdos y quizás concentrar sus esfuerzos y dinero en lo que podría ser el embrión de un circuito mundial, algo que muchos de los mejores jugadores de la historia siempre han anhelado.

Jacobo Cestino

CEO de la Zagaleta Group, Abogado, MBA y Premio Málaga de Economía 1998, ha sido 10 veces Campeón de España en diferentes categorías, Campeón del Mundo Universitario en 1994, Campeón de Europa Senior en 2020, y Subcampeón de Europa Mid-Amateur en 2010 y 2011.

 

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